Pbro. Ronal Vargas Araya Fuente: http://informa-tico.com

Ya era pasada la media noche de aquel extraño sábado 28 de febrero. Regresaba con dos amigos de playa Matapalo, en Sardinal de Carrillo, hacia mi casa en Liberia. Estaba muy agotado y me esperaba un nuevo día de mucho trajín, con misa a las 7 de la mañana y con la coordinación que teníamos en la Pastoral Social de ?Misión Milagro?, proyecto con que la embajada de Venezuela mejoraría la vista a centenares de guanacastecos pobres sin esperanza de ser operados de cataratas o pterigon...

Al pasar muy lento frente a las instalaciones del esplendoroso Hotel RIU, cuidado celosamente aquella noche por decenas de efectivos de la Fuerza Pública del lugar (unos a caballo, otros en moto, varios en carro y, me imagino que también un pelotón en altamar, por aquello de que los ecologistas también fuéramos narcotraficantes), un joven empleado del hotel que regresaba a su casa nos sonrió burlistamente y nos gritó: "No pudieron hacer nada, lero, lero"...

Primero, me causó gracia aquel inofensivo insulto; de seguido mi corazón y mis ojos se nublaron por lo que había detrás de aquella burla.

¿Cómo es posible que la bendición de tener un empleo, a pesar de los bajos salarios y las garantías sociales por el suelo (lo más común en esta marginada provincia) nos haga callar ante la maldición del diablo ambiental que, como el cáncer, día tras día carcome el Guanacaste natural?

Aquel iluso joven me recordó a los abuelos chorotegas que con ilusión dieron la bienvenida y ofrecieron su oro y sus productos hace 500 años a los otros españoles que también arribaron a estas tierras costeras, como dioses del amanecer, cuando en su oscura noche aquellos demonios lo único que pretendían era hacerse famosos y ricos, hasta ya más no poder..."las denominadas exploraciones de descubrimiento no fueron otra cosa que sistemáticas campañas de robo, saqueo y depredación, las cuales dejaron grandes ganancias a los reyes".

Todo este asunto había comenzado con las primeras denuncias que en su momento se interpusieron ante el Ministerio de Salud.

El 13 de noviembre de 2008 Rafael Antonio Pérez Sánchez, obrero migrante nicaragüense, murió en la construcción del actual hotel RIU, dejando viuda y 4 chigüines sin padre, asesinado por la negligencia en aplicar la legislación nacional, contando tan sólo con 26 años, después de soportar 4 días de dolores estomacales, vómitos y deshidratación, sin probar alimentos, falleciendo en la peor soledad, sin nadie que le atendiera, encontrándose sus compañeros con el cadáver al regresar de sus labores...

Sin hacer mayores correcciones en las inhumanas condiciones de hacinamiento (según me confesaron funcionarios en la región), pocos días después el Ministerio dio su aval para que las obras de construcción del Hotel continuasen... "poderoso caballero es don dinero".

A pesar de no pocos cuestionamientos, y con la bendición de Casa Presidencial, el día 30 de octubre de 2009, hasta un conocido periódico de derecha tituló su artículo: "hotel de Guanacaste abre hoy en medio de denuncias ambientales"; [3] y no era para menos. "Hotel Riu se construyó en medio de grandes irregularidades (construcción sin permisos; sin viabilidad ambiental; sin tener agua potable; incumplimiento de deberes; destrucción de manglar), y demás hechos graves duermen en las gavetas de la fiscalía y de los juzgados.

Están también en la Sala Constitucional (expediente 09-9625) y en el Tribunal Ambiental Administrativo (expediente 174-09-03) que ordenó la paralización de todas las obra a la empresa Riu".

Inexplicablemente en tiempos en que los municipios prometen ser transparentes y cuidar del patrimonio natural que se les ha encomendado, el pasado viernes 18 de diciembre, en plenas vacaciones navideñas, "con la colocación de pilotes de concreto, la Municipalidad de Carrillo, Guanacaste, y una cuadrilla de trabajadores de la empresa Hoteles Riu, pretendió cerrar el acceso público de los vecinos de Matapalo de Sardinal hacia la playa pública".

De no ser por la valiente actitud de los vecinos de Nuevo Colón, que se hicieron presentes e impidieron la continuación de las obras, ya hoy tendríamos sólo playa para los ricos y famosos.

Todo lo anterior tiene exaltados los ánimos de muchas personas ecologistas y defensoras del patrimonio natural. Por eso desde hace un par de meses se venía preparando un CAMPAMENTO ECOLOGISTA en playa Matapalo.

Lo que jamás imaginamos fue la acogida tremenda que tendría esta nueva experiencia de lucha ecologista: Más de 200 personas firmaron en la playa su compromiso ambiental, artistas de la talla de de Guadalupe Urbina animaron el evento, el diputado electo José María Villalta acampó con la comitiva, líderes ecologistas de diferentes regiones del país se hicieron presentes y lo mejor: la presencia de pobladores de Nuevo Colón y Sardinal, los inmediatos afectados de tantas irregularidades en beneficio del Hotel Riu.

En medio de las 50 tiendas de campaña levantadas junto al mar, comenzaron a desfilar 25 palas y 3 picos, bailando sin descansar desde la tarde hasta el anochecer en aquel festival del canal abierto, realizando una labor titánica: abrir entre las arenas una zanja de aproximadamente 25 metros de largo y en su parte más alta, de 4 metros de profundidad...

El objetivo final sería que la marea de la media noche penetrara naturalmente hasta sus antiguos dominios e inundara nuevamente el cementerio de mangles bendecido por el municipio y alcahueteado por las autoridades ambientales del país.

Labor cumplida: nadie podría describir a cabalidad el rostro de satisfacción de todas las personas que aportamos "una gota de arena", que va...."metros y metros de arena" para abrir el canal de la concordia, el canal ecológico, el canal de la dignidad, el canal del esfuerzo compartido, el canal que está uniendo en un solo grito ambiental todas las luchas comunitarias y regionales para que los empresarios y gobernantes "Dejen a la naturaleza en PAZ".

El pasado 28 de febrero en Sardinal fue izada de nuevo la bandera de la Justicia Ambiental.

Tal como apunta un especialista en Desarrollo Sostenible que vive en Guanacaste:"Riu, no sólo invisibiliza el valor de la naturaleza, también desdibuja los sujetos y oculta las comunidades: Matapalo pasará en algún momento a ser conocida como la playa donde está instalado el hotel Riu y el valor que la misma pueda tener será una atribución de este megaproyecto.

En cuanto a los habitantes nativos, en el mejor de los casos se convertirán en un recurso más que la infraestructura necesita para perpetuarse, o en su defecto, personas que habitan en un sitio donde se ha perdido el sentido de lo comunitario como expresión de la riqueza cultural autóctona".

No podemos seguir poniendo todos los huevos del desarrollo social en la única canasta de un turismo irrespetuoso de la legislación, destructor del ambiente y de espaldas a nuestras comunidades locales.

Para el profesor universitario pensionado de la UCR, Marco Fournier, quien vivió varios años en Guanacaste "lo que sucedió en Matapalo es solo un ejemplo" de lo que está causando este auge turístico. "Guanacaste con sólo el 7% de la población nacional produjo en el 2007 el equivalente a tres exportaciones totales de café (un total de 780 millones de dólares)".

Según Fournier, "cantidades enormes de dinero se están moviendo en la provincia de Guanacaste, pero ¿qué pasa con toda esa plata?", cuestionó. El profesor explicó que resulta muy contrastante que Guanacaste ocupe el primer lugar del país como la zona con mayor cantidad de hogares en extrema pobreza y viviendas en mal estado. Además, pese a que produce dos terceras partes de la energía eléctrica de Costa Rica, muchas familias aún viven sin este servicio básico.

En 1973, un 72,94% de los guanacastecos se dedicaba a labores agrícolas. En el 2007, ese porcentaje se había reducido a un 20,9%. Sin embargo, de acuerdo con Marco Fournier, no es cierto que el desarrollo turístico genere suficiente empleo como para absorber a todas esas personas que han abandonado las labores agrícolas.

"El vaso no se rebalsa. La riqueza no se distribuye. Lo que vemos en Guanacaste es un proceso de empobrecimiento", agregó el profesor pensionado, quien fue enfático al afirmar que la riqueza en esa provincia "se produce a costa de la gran mayoría".

Como también lo apuntó en su momento Monseñor Victorino Girardi, a pesar de las críticas continuas que no cesaron el año pasado desde el sector turístico nacional, con muchos ambientalistas de Guanacaste constatamos que lo mejor para el bienestar general de nuestra región no ha sido el turismo de Megaproyectos, "aquel que convierte playas, penínsulas y bosques en verdaderos Enclaves Turísticos; tampoco aquel que contamina y destruye ecosistemas... menos aquel turismo masivo que afecta la estabilidad de áreas silvestres; ni aquel que privatiza caminos y playas.

La dimensión social es una premisa fundamental de toda actividad, inclusive la turística. Las personas turistas, aparte de disfrutar del entorno, deben colaborar con el desarrollo de los seres humanos que habitan en el lugar que se visita. Necesitamos un "turismo solidario".

La mezcla de turismo y solidaridad permitiría conjugar una actividad netamente económica con un sano relacionarse con las poblaciones locales, muchas veces en condiciones infrahumanas, con vista a su desarrollo integral".

Prosokioc