Editorial del programa de Radio Voces y Política, 26 de enero del 2022.

La geografía es una ciencia que, entre otras tareas, puede apoyar el estudio y la comprensión del fenómeno electoral y el comportamiento político.  De hecho, la geografía electoral aporta la mirada desde los territorios y, sobre todo, la desagregación de los datos e indicadores en las escalas más básicas del espacio de las relaciones sociales.  Acercarse a la vida cotidiana del comportamiento político comunitario e individual.  Se ayuda, la geografía de la estadística, de la ecología, de la ciencia política.

Existe un imaginario bastante utilizado en el argot popular que es la división entre centro y periferia.  Es válida hacer esa analogía porque ayuda a comprender que hay espacios y relaciones sociales asimétricas.  Pero centro y periferia no solo hay en el territorio nacional, también hay asimetrías en los microespacios.  Lo mismo aplica para otros imaginarios como los Barrios del Sur, el Norte desarrollado, etc.  Algunos gustan denominar a esa cartografía como mapas mentales.  Esta claro que se usan herramientas conceptuales para comprender realidades muy complejas.

En el país se da por sentado que las personas que habitan costas, fronteras, territorios de vocación agrícola o asentamientos cerca o en áreas protegidas se abstiene mas de votar que las personas que habitan centros urbanos alimentados del confort de los servicios para consumo básico.  Incluso a los politólogos les gusta decir que donde hay menos Estado (institucionalidad) la gente vota menos.  Esto suena sugerente pero no necesariamente siempre sucede.  Igualmente nos gustaba decir que las costas o territorios porteños eran reductos de apoyo al comunismo histórico de las regiones bananeras.  Se decía que eran mariachis de hueso colorado luego de la guerra civil del 48.  O que las zonas altas de vocación agrícola del valle central o de la zona de Los Santos son reductos del liberacionismo o incluso del figuerismo. 

En fin, imágenes como estas abundan.

Lo cierto del caso es que la agrupación de datos oculta realidades particulares que también hay que tratar de entender.  En las dos jornadas electorales del 2018 quedó una imagen de que las provincias porteñas habían salido a apoyar al Partido Restauración Nacional y que las provincias meseteñas y Guanacaste habían apoyado al Partido Acción Ciudadana.

Estudios recientes desarrollados en la Escuela de Geografía de la UCR muestran condiciones y características particulares en dos territorios que podríamos decir son distintos.  Un territorio del cantón de Pococí y el territorio del Distrito de Paquera.  Dos espacios de convivencia de lo que podríamos denominar es la periferia.  ¿Posible denominador común?  La existencia e influencia de una cultura religiosa legada a los rituales del pentecostalismo.  Sin embargo, todo es relativo.

En la encuesta tipo panel del CIEP y que el Semanario Universidad divulga hoy, aparecen datos que al desagregarlos indican por ejemplo que:

En lo que respecta a la indecisión a nivel territorial, esta varía entre el 34% en Heredia y el 44% en Guanacaste y Limón.

¿Qué factores influyen en la decisión electoral en los territorios y escalas locales?  ¿Será cierto que entre menos presencia de instituciones y más presencia de iglesias los apoyos varían?  ¿Y qué pasa con la pobreza rural?  ¿O con la inseguridad de las mujeres en los territorios costeros?  ¿Las amenazas de muerte de los recuperadores indígenas?  ¿O la incertidumbre del pescador artesanal del Golfo de Nicoya?  ¿Con la juventud que fue marginada del sistema educativo por la pandemia?  ¿Y porque no, con la influencia del narcotráfico en la vida cotidiana de muchas comunidades de la periferia del país?

 

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