Decreto presidencial sobre aeropuerto internacional en el sur compromete el futuro de nuestro patrimonio natural

Jorge Arturo Lobo Segura Catedrático,Escuela de Biología, Universidad de Costa Rica. en diarioextra.com

La firma por parte de la presidenta Laura Chinchilla y de su ministro Francisco Jiménez de un decreto que declara de interés público y de conveniencia nacional el proyecto del aeropuerto internacional de Osa es una muestra más de la manera cómo este gobierno perpetúa las políticas anti-ambientales de la administración Arias. El aeropuerto será construido en un área cercana a la localidad de Sierpe, en el cantón de Osa, apenas a tres kilómetros de distancia del Humedal Térraba-Sierpe. Se anuncia que tendrá una pista de 2.600 metros de longitud con toda la infraestructura para recibir vuelos diurnos y nocturnos de aviones de hasta 150 pasajeros.

La construcción de ese aeropuerto ocasionará un grave impacto local sobre el Humedal Térraba-Sierpe, por los efectos directos de la construcción del aeropuerto y posteriormente por el tráfico aéreo y el aumento de la contaminación ambiental. En sus efectos sociales, decenas de familias campesinas que viven en las fincas 9 y 10, donde se desarrollará el proyecto, serán expulsadas de sus lugares de vivienda o perderán sus pequeñas propiedades. Sus voces de protesta ya se han expresado en la Municipalidad de Osa. Precisamente su alcalde, Alberto Cole, ha sido el principal impulsor de la construcción de esta infraestructura como la gran solución a los problemas sociales y económicos del Zona Sur. Con la misma excusa este alcalde ha permitido y fomentado un largo historial de daños ambientales en la Fila Costeña y en todo el cantón durante su gestión municipal, así como ha obstaculizado la aprobación de un nuevo plan de ordenamiento cantonal que impondría restricciones a los permisos municipales de construcción.

Consecuencias ambientales. Pero las principales consecuencias ambientales del aeropuerto internacional de Osa serán sus efectos indirectos. Un aeropuerto internacional en Osa, al igual que su similar en Liberia, aumentará el ingreso de turistas, el desarrollo de inversiones y el caos inmobiliario que ya existe en los cantones de Osa y Golfito, en cuyos territorios se hospeda una de las reservas de biodiversidad más importantes del país. En el deseo de construir en áreas con vista panorámica, los empresarios urbanizadores no han titubeado en afectar las áreas más frágiles de la Fila Costeña y, en general, de todas las filas montañosas del Pacífico Sur. Todavía están recientes los desastres ambientales de la Laguna Sierpe, la finca Jacamar, San Rafael de Balsar, Chontales e innumerables proyectos urbanísticos legales e ilegales, casi todos con permisos municipales y muchos con viabilidad ambiental de la SETENA.

Estos proyectos han desestabilizado cientos de hectáreas de bosques y humedales. Vale la pena recordar que alrededor del 60% de las construcciones en la Fila Costeña se realizan sobre áreas de bosque, en áreas de fuerte pendiente y escorrentía de agua, aumentando el peligro de erosión y deslizamientos. Los humedales y ecosistemas marinos como el Humedal Térraba-Sierpe, el Parque Nacional Marino Ballena y el arrecife rocoso de Dominical-Dominicalito están siendo profundamente afectados por el aumento de la carga de sedimentos ocasionada por este frenesí inmobiliario.

Área apetecida. La misma situación está ocurriendo en la zona marítimo costera del cantón de Osa y Golfito, área muy apetecida por los urbanizadores, grandes hoteles y proyectos de marinas. Esta zona costera, a diferencia de Guanacaste, todavía cuenta con una extensa cobertura forestal de gran valor biológico. Debe recordarse que los cantones de Osa y Golfito no cuentan, tanto en su área marítimo-terrestre como en toda el área cantonal, con planes reguladores modernos y actualizados. Es de esperar que, con la especulación inmobiliaria que será desatada con el decreto presidencial, muchas hectáreas serán destruidas antes de que se apruebe el ordenamiento territorial que regularía la construcción en las zonas más frágiles.

Sin embargo, una importante parte de la inversión turística de Osa y Golfito no necesita de un aeropuerto internacional para desarrollarse. Más bien muchos empresarios, operadores y empleados que trabajan con turismo en estos cantones sienten una gran preocupación por las consecuencias que el aeropuerto internacional de Osa tendría sobre la integridad de los ecosistemas del Pacífico Sur y sobre el carácter naturalista de su mercado turístico.

Osa y Golfito no necesitan de un aeropuerto internacional. La ampliación y mejoramiento de los aeropuertos de Palmar Sur y Golfito para vuelos nacionales, así como el mejoramiento de la red vial de estos cantones, serían suficientes para facilitar el acceso del turismo que Osa y Golfito necesitan: el turismo respetuoso del ambiente y nuestra nacionalidad, interesados en ver vida silvestre y paisajes naturales, no aeropuertos y urbanizaciones. La presidenta ha cometido un acto muy grave que compromete el futuro de nuestro patrimonio natural.

 

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