Si necesitamos oro, ¡saquemos el de los bancos y dejemos en paz a nuestra madre tierra!

Javier Baltodano Biólogo en coecoceiba.org

Don Juan Carlos Obando, gerente corporativo de Industrias Infinito, en su artículo del 22 de setiembre, nos recuerda que la minería es en cierta medida necesaria para mantener una calidad de vida apropiada. El acero se hace a partir de hierro extraído de minas y es útil; algunos de los materiales de construcción como la piedra y la arena son extraídos de tajos que son minería.

Esto no es el caso del oro. El oro es una especie de fetiche y su principal uso es ser acumulado en grandes y superprotegidas bóvedas en las principales capitales del mundo ya sea como joyas lujosas o como lingotes.

Se estima que el 35 % de las existencias mundiales de oro se encuentran en Bancos Centrales o en inversiones y más del 50 % es joyería. Solamente el 12 % se usa en la industria. En una especie de chisme en torno a las existencias de oro que tiene Canadá (de donde es originaria la compañía Industrias Infinito) se estimó que estas rondaban las 60.000 onzas, embodegadas bajo paredes acorazadas (www.neurosoftware.ro/finance/tag/lenny-organ/).

Caminando por los preciosos bosques que aún quedan en la zona norte, regocijado con los maravillosos árboles de 40 o más metros y la gran variedad de organismos que ahí viven, me he preguntado porqué los señores de Industrias Infinito, en vez de querer destruir un ecosistema tan sutil, no llevan sus tractores a las arcas de ScotiaMocatta en Toronto donde se mantiene, sin hacer nada, todo ese oro. De esta manera, causarían mucho menos destrucción. Si realmente necesitamos el oro para algo útil, ¡saquemos el de los bancos y dejemos en paz nuestra madre tierra!

Las palabras de Don Juan Carlos, por otro lado, también recuerdan las noticias que se leían en un diario costarricense en mayo del 2008: “La Mina Bella Vista fue publicitada como modelo en todo el continente americano, por cuanto la empresa, de capital canadiense, se comprometió a que al cierre de operaciones, cumplidos los 12 años de funcionamiento, dejarían el sitio reforestado para ser usado como un parque ambiental, hasta con un lago en el centro donde se pudieran liberar peces de todas las especies”.

Para esas fechas, sin embargo, esas promesas se convirtieron en un desbarranco donde miles de toneladas de tierra cianurada y cargada de metales pesados amenaza con contaminar varias nacientes, el río Ciruelas y el mismo golfo de Nicoya.

Los $250.000 que dejó la empresa minera como garantía no alcanza para desarrollar las obras de contención necesarias.

La empresa huyó, llevándose 200.000 onzas de oro y dejándonos el desastre' Cuando el río suena, ¡es que piedras trae!

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