Mauricio Álvarez. Geógrafo, docente de la UCR y facilitador de la red Oilwatch en Mesoamérica en diarioextra.com

En Sudáfrica, la pasada cumbre climática sirvió para perpetrar un crimen comparable a la esclavitud que sufrió en el pasado la mayoría negra. El escenario de no hacer nada hasta el 2020 es un crimen para el futuro de la humanidad y del planeta.

En la cumbre, una minoría condenó al resto de la humanidad a un aumento de unos 4° Celsius en la temperatura global, aumento que implica la desaparición de países insulares enteros en Oceanía, además de mayores hambrunas en África, sequías y tormentas cada vez más graves en Asia y América Latina.

El acuerdo de Kioto en la práctica murió al salirse o no adherirse a él Estados Unidos, Canadá, Rusia y Japón, cuatro países que juntos producen más de la mitad de las emisiones que el compromiso pretendía reducir. Para el 2015, la idea sería remplazar lo quede de Kioto por un acuerdo más débil. Nuevamente, se ha apostado por los mercados de carbono, lo cual significa seguir premiando a los bancos y a su sistema de especulación financiera, después de que este demostrara sin lugar a dudas ser un rotundo fracaso.

Las compañías transnacionales de los países industrializados encabezaron y controlaron la mayoría de discusiones sobre tecnología o agricultura, bloqueando cualquier intento de crítica a su régimen de monopolio de patentes, o una verdadera evaluación socio-ambiental de peligrosas propuestas como la nanotecnología, la biología sintética o la geoingeniería.

La propuesta estrella en el campo forestal, conocida como REDD (La reducción de las emisiones debidas a la deforestación y degradación forestal en países en desarrollo), fue rechazada por los pueblos indígenas, que la denunciaron como una violación de sus derechos, una forma de mercantilizar y privatizar sus bosques.

Más impactos y un negocio. La creación de un fondo de crisis climático, algo que a primera vista parece un resultado positivo, podría generar más impactos socio-ambientales. Bajo la administración del Banco Mundial, cuyas políticas financieras y crediticias lo convierten en uno de los principales responsables de la crisis climática, la mitigación y adaptación al cambio climático serán tratadas como un negocio. Un régimen donde el que paga contamina y la mayoría de la humanidad sufre los impactos.

En los documentos finales de la cumbre no se menciona la deuda climática de los países industrializados del Norte, que se hicieron ricos por la sobre-explotación del planeta. Los que gozaron de grandes ganancias hoy quieren socializar las pérdidas y daños con los países del Sur.

Esta fue otra cumbre en donde se perdieron recursos, esperanzas y minutos importantes para la sobrevivencia del planeta , solo para dejar en evidencia que estamos en las manos de las transnacionales, y que los gobiernos son nada más sus administradores, que aprovechan los espacios multilaterales para consolidarles negocios lucrativos. Ambos han convertido la muerte en un negocio, con el cual seguramente lograrán salvar los bancos y al sistema financiero… Lástima que se queden sin planeta para gozarlo.




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