Bernardo Aguilar González Director Ejecutivo, Fundación Neotrópica en diarioextra.com

La Casa Presidencial transmitió en línea el pasado 8 de agosto una discusión sobre la propuesta energética gubernamental para el país. La presentación obviamente se dirigió a servir de marco de la discusión al Plan de Contingencia Eléctrica propuesto para las sesiones extraordinarias del congreso. El esfuerzo de generar esta información se debe aplaudir independientemente de la posición que se tenga respecto al Plan.

Por otra parte la Mesa Nacional de Diálogo contra la Explotación de Gas y Petróleo llama a un “Foro Costa Rica Post Petrolera”, en su sitio de Facebook para el 7 de setiembre. Además, conocemos de la intención de la FECON de convocar a un diálogo similar para la primera semana de setiembre.

Los temas convergen sugiriendo la necesidad del diálogo al que hemos llamado con anterioridad: la urgente discusión participativa que defina los alcances de un nuevo Plan Energético Nacional, y que contemple los aspectos técnicos, socio-ambientales y económicos del mismo.

Parece que nos encontramos en un momento en que varias visiones están compitiendo por demostrar la solidez de sus posiciones políticas ante la opinión pública nacional. Me gustaría imaginar que caminamos gradualmente hacia un encuentro.

Discusión amplia e inclusiva. Ha de apuntarse que el proceso debe mejorar en muchos sentidos antes de llegar a soluciones que sean duraderas y sostenibles. Los medios utilizados demandan atención.

La agilidad de los medios en internet favorece la eficiencia en la comunicación. Sin embargo, alrededor de un 50% de la población del país está del otro lado de la brecha digital y queda al margen de la información. Se percibe un menor interés de traer la información y discusión a los medios tradicionales, lo que perjudica la posibilidad de que la discusión sea amplia e incluya la representación de todos los sectores interesados y relevantes (ubicados en las regiones periféricas del país)
Por otra parte, la discusión se está planteando a nivel de dicotomías que tienden a sobre-simplificar los costos de oportunidad en juego. Partiendo de un consumo estimado y diagnósticos técnicos de oferta, que tienen sus presunciones de por sí, se plantea que: a) o se aumenta la posibilidad de generación privada o no se satisface la demanda; b) o se permite la explotación geotérmica dentro de los parques nacionales, o se permite la construcción del Diquís para satisfacer la demanda proyectada. Si no se permite el uso de estas fuentes renovables, se plantea que la alternativa debe ser el controversial gas natural en las áreas de concesión para hidrocarburos en el norte del país.

Esperanzadores asomos de pensamiento alternativo se escuchan cuando se reconoce que hay otras fuentes energéticas posibles como la biomasa o las celdas solares (que se consiguen hasta en el comercio al detalle hoy día en Costa Rica). Reiteramos que asimismo deben tomarse en cuenta modelos de generación de ingresos como el de Yasuni-ITT en Ecuador, donde se está planteando pagos por servicios ambientales como contraprestación a la no explotación de los depósitos de hidrocarburos existentes bajo los parques nacionales.

Costos y alternativas. Es necesario un mayor esfuerzo por presentar los costos de oportunidad económico-ecológicos de las alternativas planteadas desde una perspectiva intersectorial. ¿Cuáles son los potenciales costos sobre sectores como el turismo? ¿Qué hay de los impactos que el PH Diquís generaría sobre el Humedal Nacional Térraba-Sierpe, uno de los más importantes del Pacífico de América? ¿Habrá costos en términos de pérdida de servicios ambientales de los que dependen no solo las comunidades circundantes, sino también las metas de carbono neutralidad del país? ¿Se ha resuelto el conflicto con las comunidades indígenas en el área en todos los niveles necesarios?
Todas las presunciones deben entrar en juego en un asunto de tanta trascendencia. Costa Rica produce anualmente cerca de 9.000 millones de kilovatios hora. De ellos, consumimos cerca de 8.000 millones. Entre 2007-2011 exportamos entre 39 y 400 millones. ¿Podemos controlar las determinantes del consumo o la exportación?
Está de moda hablar de soluciones “ganar-ganar”. Es posible que la mejor forma de llegar a ellas en este asunto requiera una mejora en la calidad del diálogo. Las consideraciones sugeridas aquí podrían ayudarnos a mejorarla y a evitar el simplismo de las dicotomías innecesarias.

Prosokioc