Por Allan Astorga Gättgens Geólogo, profesor de la UCR. en http://paginaabierta.cr/
Con relación al PRUGAM y a los argumentos presentados por la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC) y por el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) en un artículo reciente (Diario Extra, Opinión del 22.12.2009), así como en la revista de Septiembre del 2009 de la CCC y en diversas reuniones de discusión en la sede del CFIA en julio-agosto del 2009 , relativos al espacio para urbanizar en la Gran Área Metropolitana (GAM), se ha presentado como uno de los argumentos, que las personas de escasos recursos económicos, designados por estas entidades como “los pobres”, no tendrán espacio para vivir.  Debido a la insistencia en esta afirmación, se hace necesario retomarla y discutirla, a fin de aclarar y ampliar conceptos para enriquecer la discusión.


Es importante recordar que se considera como casas de interés social aquellas que dispongan de un área de 50 metros cuadrados en promedio. Esto significa, según el tradicional modelo de expansión urbana horizontal que se aplica en el país, que en una hectárea (10.000 m2) pueden introducirse en promedio 60 casas, considerando un porcentaje para calles, servicios públicos y áreas verdes. Esta cantidad de casas representan una densidad poblacional promedio mayor a las 250 personas por hectárea, lo cual se define como de alta a muy alta densidad de población.

Los sitios que se seleccionen para instalar densidades de población alta y muy alta, no solo deben ser aptos para esa cantidad de construcción, sino que deben disponer de los servicios básicos, como son agua, electricidad, calles de acceso, transporte público, recolección de basura, alcantarillado pluvial y, de ser posible, disponibilidad de alcantarillado sanitario. Además se debe considerar la nueva presión que ejercerán sobre los servicios de salud y  educación (escuelas y colegios públicos).

Uno de los aspectos fundamentales de las zonas a seleccionar debe ser también que se trate de sitios seguros, es decir, con vulnerabilidad baja a fenómenos como deslizamientos, inundaciones, fallas geológicas y otras amenazas naturales.

Argumento falaz. En el caso de los estudios realizados por el PRUGAM, se ha criticado por parte de la CCC y el CFIA, que los resultados indican que el área urbanizable con esas condiciones representa aproximadamente 9.000 hectáreas, más el territorio que se agregaría por proceso de renovación urbana. El resto del territorio de la GAM pertenece a otras macrozonas, cuyos usos son predominantemente agrícolas o de protección ambiental, con un desarrollo urbano de muy baja a baja densidad, y muy controlado.

Ante esto, se ha señalado insistentemente que esa área es poca y que sus costos serán altos y, por tanto, los “pobres” no tendrán donde vivir. Este argumento además de tener poco sustento técnico, resulta antiético y hasta falaz, por cuatro razones principales:

-La GAM no es una isla: existen territorios fuera de GAM, particularmente hacia el oeste- noroeste, donde, de forma natural, el desarrollo urbano se va a extender. Con la incorporación bien planificada y ordenada de territorios de meseta como los de Grecia, Naranjo, Palmares y San Ramón, las áreas a urbanizar podrían hasta triplicarse.

-Los pobres merecen vivir en lugares seguros: dentro de las áreas aptas señaladas por el PRUGAM para el desarrollo urbano, y no empujados hacia zonas de riesgo, donde serían vulnerables a las amenazas naturales. No es posible que conociendo esta realidad, por argumentos de mercado, como el costo de las propiedades, se quiera empujar a que las urbanizaciones de interés social se localicen en zonas de terrenos “más baratos”, es decir, con condiciones de mayor fragilidad ambiental y vulnerabilidad.

-Los planes reguladores de los municipios deben incorporar áreas para el desarrollo de alta densidad y de interés social dentro de las zonas aptas: esto es parte de la responsabilidad social que tienen los municipios. Desarrollos de alta densidad tal y como lo plantea el PRUGAM, con un modelo diferente al que se ha seguido hasta ahora, que representan edificaciones más dignas, seguras y ambientalmente más equilibradas.


-Hacia un modelo de alta densidad y mayor altura: El desarrollo de la GAM en sus zonas de potencial urbano debe prever, como política de Estado e inversión guiada, la presencia de complejos residenciales que ayuden a conformar la ciudad por un lado, y que provean a la gente de clase media y baja, con proyectos de vivienda accesible tanto económicamente, como en función de los servicios e infraestructuras de las ciudades.

La posición correcta. El argumento de que solo hay 9.000 hectáreas nuevas para urbanizar en la GAM no debe ser utilizado, so pretexto de “defender a los pobres” para que se abran a la urbanización las zonas de alta y muy alta fragilidad y se instalen allí los proyectos de interés social, dado que en principio, allí los terrenos van a ser más baratos. Hacer esto sería irresponsable y absolutamente antisolidario.  La posición científica y social correcta es convencer a los municipios y sus comunidades, en cuyos territorios se presentan espacios urbanizables nuevos y con condiciones apropiadas, para que en sus planes reguladores incluyan este componente.

En vez de perder el tiempo en este tipo de discusiones, deberían estarse haciendo los estudios técnicos para ampliar el PRUGAM hacia el sector noreste del Valle Central, a fin de incrementar las áreas a urbanizar en el futuro, planificando con buen criterio científico y social. Aspecto que es urgente para concatenarlo con un plan de viabilidad y transporte, que incluya el desarrollo y mejoramiento de carreteras e incluso un sistema de tren eléctrico. Todo esto, dentro del objeto de corregir y mejorar la “gran ciudad” y mejorar la calidad de vida de su población. 



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