Fuente Laura Salas en crhoy.com

La amenaza que representa la construcción de una marina en el Golfo Dulce por parte de la empresa extranjera Cocodrilo Bay hizo que la comunidad de la zona presentara un Recurso de Amparo en contra del proyecto y además iniciara una campaña de recolección de firmas en línea para presentarlo ante el gobierno e impedir el desarrollo de las obras.

El proyecto albergaría alrededor de 300 yates y lanchas, en un relleno de 16,000 metros cuadrados frente al refugio de Vida Silvestre Preciosa-Platanares. El temor del daño ambiental que esta megaconstrucción podría representar, hizo que toda la comunidad se movilizara y que además cuente con el apoyo de una serie de expertos.

Marielos Villalobos, Coordinadora de la Comisión Ambiental adscrita a la Asociación de Desarrollo Integral Puerto Jiménez, comentó que el objetivo de la recolección de firmas surge después de que el pueblo “empezara” a pedir que la información sobre esta marina “saliera a la luz”.

Aunque el recurso de amparo presentando por 8 vecinos de la zona fue declarado sin lugar por la Sala IV, a los ciudadanos aún no se les ha notificado la resolución y por lo tanto desconocen las razones del mismo pero eso no los detiene.

Actualmente la Comisión Ambiental de la zona, por medio de la Comunidad de Avaaz (organización civil internacional que promueve el activismo en asuntos como el cambio climático), inició la recolección de firmas para tratar de ser “escuchados” y aseguran que seguirán adelante con la campaña y además con la “fiscalización”, a pesar del fallo.

RIESGO AMBIENTAL EN ZONA VULNERABLE

Según una publicación hecha por la Universidad de Costa Rica (UCR) este tipo de “mega proyectos” genera una “gran presión” sobre los bosques y ecosistemas marinos y además indica que “faltan estudios” que midan el efecto total de estas obras en lugares como el Golfo Dulce.

Es por esta razón que la Comisión Ambiental está invitando al público a un foro el próximo 22 de setiembre en el Salón Comunal de Puerto Jiménez, a la 1:00 p.m., con el fin de dar a conocer las razones por las cuales se oponen al proyecto. Ahí, expertos, científicos marinos y un economista explicarán que “no es que se quieren oponer al desarrollo” sino que buscan que estos proyectos se ajusten al ecosistema y sobre todo que se ajusten a las necesidades de toda la Península de Osa.

Según la bióloga Helena Molina, jefe de investigación del Golfo Dulce del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR), esta es un área  sumamente “vulnerable”.

Según la experta, un megaproyecto como éste podría ser “contraproducente” pues en la zona hay puntos importantes de criadero para diferentes especies de tiburones como el martillo, tortugas, delfines y también el ingreso de ballenas con sus crías.

La especialista considera que el “impacto” al ecosistema podría traer a la zona más problemas que beneficios.

“En función de la posible cantidad de empleos que podría traer esto versus los impactos que va a tener sobre toda el área costera, me parece que no hay equilibrio en ese sentido”, aseguró Molina.

También la experta dijo que Golfo Dulce es un área que tiene “muy poca circulación de corriente” por lo que si ocurre algún tipo de contaminación “se concentraría por mayor tiempo”.

“Desde el punto de vista biológico, ha sido una lucha para explicarle a la gente las desventajas de crear megaproyectos ahí de cualquier tipo. Yo pienso que hay que buscar maneras de desarrollar la zona sur, pero tienen que ser acordes con la visión de vida que tienen los pobladores, ya que muchos vislumbran tener un área ecológicamente balanceada pero con un desarrollo socioeconómico y cultural apropiado”, concluyó Molina.

La Secretaria Técnica Nacional Ambiental (SETENA) aprobó el estudio de viabilidad de este proyecto, que pertenece a la empresa Bahía Cocodrilo S.A. en el 2008. Intentamos, en repetidas ocasiones, obtener la versión de SETENA pero no respondieron a las llamadas.

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