Por Dany Villalobos V.  (Geógrafo)Mar 01, 2016

Se han cumplido ya nueve meses de la formación de la Alianza por la Defensa del Recurso Hídrico en el cantón Central de Puntarenas y los movimientos comunales de lucha por la justicia en el acceso y la distribución del agua de esta zona empiezan a ver los frutos de su trabajo organizado. La semana pasada se celebró una gran victoria para la comunidad de Guacimal en la defensa del río Veracruz, al fracasar un proyecto de riego impulsado irregularmente por un convenio público-privado, entre Senara y la Sociedad de Los Ángeles, que usaba un Decreto de Emergencia para vencer a la oposición del pueblo de Guacimal y llevarse el agua sin estudios ambientales.

En el 2015 habíamos logrado que en La Pita de Chomes se recuperara el acceso al agua, tras haberse secado su pozo, haciendo presión junto con la Asada local en el AyA de El Roble, que dormía en sus oficinas mientras la gente de La Pita solo podía llenar unos baldes de agua sin tratar que se repartía con el chapulín de un vecino.

 

Lamentablemente aún hay dos pequeños ríos afectados por proyectos de Senara: el Aranjuecito y el Acapulco. Y en la parte baja, las haciendas y sus actividades agroindustriales hacen fiesta desviando o sobreexplotando los ríos para regar piñeras, cañales, algodón transgénico y palma aceitera, que se nutren de altas dosis de agroquímicos y amenazan la calidad del agua para las comunidades y la vida del manglar. Además, hay problemas aún de desabastecimiento en varios poblados que hay que afrontar con solidaridad entre comunidades y presión a las instituciones.

Comenzamos a difundir nuestros motivos para estar organizados por el agua gracias al apoyo de los medios de la Universidad de Costa Rica. Este 2016, junto con el Trabajo Comunal del programa Kioscos Socio-Ambientales de la UCR estamos mapeando el panorama social y ambiental de Puntarenas en relación con el agua, para poder identificar las acciones de la Alianza que impulsen la organización comunitaria y recuperar así la calidad de vida de los pueblos puntarenenses.

Se han hecho notables esfuerzos para poder movilizarse a exponer estas problemáticas a las dependencias del Ministerio de Ambiente en San José y a la Municipalidad de Puntarenas. Rifas, cocinadas comunales y donaciones de vecinos han sido la muestra de la autodeterminación que tiene la gente para nadar contra corriente. El acercamiento con las instituciones deja grandes críticas al trabajo de estos órganos estatales, notándose su inclinación hacia la mercantilización del agua y su incapacidad de atender los planteamientos de las comunidades en este sensible tema.

 

Y es que en un país dominado por la mentalidad capitalista y la cultura del chorizo, se ha vuelto costumbre el favoritismo estatal hacia las demandas de los grandes terratenientes y empresarios que se apegan a un trillado y vacío discurso de desarrollo para justificar su apropiación del agua. Grave error se comete al excluir a los pueblos rurales de la toma de decisiones, en este caso sobre el manejo del agua como bien social. Pero ahora los movimientos comunales puntarenenses seguirán escribiendo con acciones las nuevas páginas en esta historia. Ojalá la energía de estas luchas anime a otros pueblos del país a organizarse y luchar por algo que es propio: el agua.

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