Por Zuiri Méndez Y Andrés Cambronero27 octubre, 2015

Talamanca se abre en neblina que amanece de la cuenca del Telire, el bosque ancestral respira profundamente en su sinfín de montañas que podrían ser un universo. El fogón está encendido, el café caliente, todos se van acercando poco a poco a la cocina a una conversación que convoca iniciar luego de una noche larga. Anoche, todos se dieron cuenta de que de la nada, apareció una consultoría de un “REDD+ indígena”, construida supuestamente por los pueblos y una falta de sorpresa se desplaza entre todos al explicar que nadie participó de este proyecto.


-¿Por qué ahora nos van a pagar por cuidar el bosque? ¿Quién nos quiere dar dinero? ¿Qué piden a cambio del pago? -Pregunta el mayor comiendo su desayuno, mientras todos se miran respondiendo lo obvio.

Hay un aire de indignación que recorre cada palabra pronunciada, porque hace menos de un mes, escucharon la conferencia de prensa de cinco mujeres indígenas que denuncian la violencia que viven en el territorio Bribri de Salitre, en su proceso de recuperación de tierras. Y hace casi un año Sergio Rojas, promotor de recuperación de tierras, fue detenido y preso durante cinco meses y continúa criminalizado con un proceso judicial permanente.

Es una gran cordillera que une a las comunidades de Talamanca y Salitre, no las separa. Se unen entre memorias, resistencias, que en actos cotidianos de defensa por la tierra, hacen crecer el bosque, recuperan las tierras que les pertenecen, luchan contra la injusticia.

“Bosques polinizadores de bosques” es la razón en Talamanca para hacerlos crecer. Son las comunidades humanas que cultivan plátanos, cacao, maíz, alimentando a los animales de la selva, que a su vez polinizan las tierras de más árboles, para luego las comunidades, continuar cuidando de la tala, de la avaricia, utilizando sólo lo que necesitan, manteniendo una red/ciclo que muchos intentamos recuperar, y que un proyecto como REDD+ puede empezar a quebrar.

Al otro lado de la cordillera, están las mujeres en Salitre, reconociendo que son ellas y sus comunidades, que con sus cuerpos están recuperando tierras que el Estado nunca regresó. Denuncian en el comunicado del 15 de setiembre de este año: “Las agresiones que atentan contra la dignidad y la vida de las mujeres defensoras, son de tipo: físico, psicológico, económico, espiritual y territorial. Hay golpes, heridas, mutilaciones, quemaduras, lesiones a personas con discapacidad física. Tortura, traumas de las niñas y los niños al observar los ataques contra sus familiares, estados emocionales depresivos, angustia ante la incertidumbre de un ataque inminente. La quema de las viviendas junto a sus pertenencias, la quema de las semillas, las herramientas del trabajo de campo, los utensilios de cocina y producción, comida, material de elaboración de trabajo artesanal. Todos son la pérdida de los elementos de representación espiritual esenciales para recrear la vida colectiva”.

Tanto las mujeres, Sergio Rojas y muchas personas más, continúan en la práctica de recuperación de las tierras indígenas. Práctica de recuperación, que insiste en hacer cumplir la justicia, pues al ser expulsados de la Asamblea Legislativa en el 2010, decidieron ser las mismas comunidades quienes recuperen sus tierras y hagan respetar su autonomía.

En Talamanca amanece y anochece, resuena un nada que celebrar tras un 12 de octubre, que recuerda los caminos del despojo intentando ingresar en una cordillera, que no dejará que suceda tan fácilmente.

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