Objetivo es "apadrinar" rica zona de biodiversidad, dice funcionario
Fuente: elpais.cr - El empresario del sector turístico, Frank Gutiérrez, y el Director de Aviación Civil, Jorge Fernández, defendieron en la Asamblea Legislativa la construcción de un aeropuerto internacional en Osa, en la región sur de Costa Rica.

Ante la Comisión del Ambiente, dijeron que el proyecto que se planea construir en la zona sur es una gran oportunidad para la zona y el país, de contar con un aeropuerto internacional cumpliendo todos los requisitos y en armonía con el ambiente, es decir un aeropuerto verde.

El aeropuerto se construirá en dos fincas, una de ellas pertenece al Instituto de Desarrollo Agrario (IDA), y la otra al Instituto de Fomento Cooperativo (INFOCOOP).

Fernández señaló que el cinco por ciento de la biodiversidad del mundo se encuentra en la zona, con la construcción no se quiere dañar sino que el objetivo es "apadrinar" y buscar el rescate del lugar, aunque no mencionó proyectos concretos para tal fin.

El aeropuerto de la zona sur estará acorde con la normativa ambiental como es la utilización de fuentes renovables, el manejo integral de los recursos naturales, procedimientos que optimicen las operaciones aéreas, la utilización de buenas prácticas ambientales y la reducción de emisiones entre otras dijo el Director de Aviación Civil.

Explicó que parte de los objetivos, además de la construcción de un aeropuerto verde, es brindar la oportunidad a la zona sur para desarrollar sus recursos como es la flora, fauna, el parque de las esferas.

Por su parte el biólogo Frank Gutiérrez, de la empresa Oro Verde, indicó que para desarrollar este proyecto de ley se realizaron muchos estudios además de los requerimientos de impacto ambiental.

Otros estudios realizados en la zona fueron arqueológicos, geotécnicos, geología, edafología (composición de suelos) e hidrología entre otros.

En octubre anterior, la Presidente Laura Chinchilla, y el Ministro de Obras Públicos y Transportes, Francisco Jiménez, decretaron de interés público, la construcción de un aeropuerto internacional en la Zona Sur.

La declaratoria conlleva una serie de priorizaciones que permitirán aligerar el proceso de consolidación del proyecto para materializarlo. De acuerdo con los estudios realizados, el lugar ideal para ubicar el nuevo puerto aéreo son las fincas 9 y 10 localizadas en el Valle de Diquís, en Sierpe de Osa.

Entre tanto, Jorge Arturo Lobo Catedrático, Escuela de Biología, Universidad de Costa Rica, escribió en este medio que dicho decreto es una muestra más de la manera como este gobierno perpetúa las politica anti-ambientales de la administración Arias.

El aeropuerto será construido en un área cercana a la localidad de Sierpe, en el cantón de Osa, a apenas 2 o 3 kilómetros de distancia del Humedal Térraba-Sierpe. Se anuncia que tendrá una pista de 2,600 metros de longitud con toda la infraestructura para recibir hasta vuelos diurnos y nocturnos de aviones de 150 pasajeros.

La construcción de ese aeropuerto ocasionará un grave impacto local sobre el Humedal Térraba-Sierpe, por los efectos directos de la construcción del aeropuerto y posteriormente por el tráfico aéreo y el aumento de la contaminación ambiental.

En sus efectos sociales, decenas de familias campesinas que viven en las fincas 9 y 10, donde se desarrollará el proyecto, serán expulsadas de sus lugares de vivienda o perderán sus pequeñas propiedades.

Pero las principales consecuencias ambientales del aeropuerto internacional de Osa serán sus efectos indirectos. Un aeropuerto internacional en Osa, al igual que su similar en Liberia, aumentará el ingreso de turistas, el desarrollo de inversiones y el caos inmobiliario que ya existe en los cantones de Osa y Golfito, en cuyos territorios se hospeda una de las reservas de biodiversidad más importantes del país.

En el deseo de construir en áreas con vista panorámica, los empresarios urbanizadores no han titubeado en afectar las áreas más frágiles de la Fila Costeña y en general de todas las filas montañosas del Pacífico Sur.

Todavía están recientes los desastres ambientales de la laguna Sierpe, la finca Jacamar, San Rafael de Balsar, Chontales e innúmeros proyectos urbanísticos legales e ilegales, casi todos con permisos municipales y muchos con viabilidad ambiental de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA).

Estos proyectos han desestabilizado cientos de hectáreas de bosques y humedales. Vale la pena recordar que alrededor del 60% de las construcciones en la Fila Costeña se realizan sobre áreas de bosque, en áreas de fuerte pendiente y escorrentía de agua, aumentando el peligro de erosión y deslizamientos.

Los humedales y ecosistemas marinos como el Humedal Térraba-Sierpe, el Parque Nacional Marino Ballena y el arrecife rocoso de Dominical-Dominicalito están siendo profundamente afectados por el aumento de la carga de sedimentos ocasionada por este frenesí inmobiliario.

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